¡Aguas con las malcogidas!

Hablando de mujeres y traiciones…
Vernáculamente jodedoras de oficio.
Así son ellas, las malcogidas
Lo que no les hacen en la cama
Se lo hacen a los demás, en las calles, en la escuela, en sus quehaceres, en donde se encuentren.

¿Cómo saber cuándo se está frente a uno de estos seres?
Pongámos un ejemplo, un estudio de caso.

Pepe es un joven mexicano, que para colmo vive en México (no es por ser despectivo, luego entenderán el por qué) que se dirige a su escuela, va un poco tarde, a todos nos pasa, bueno no a todos, a unos cuantos.
Va un poco presionado por el reloj, manejando su auto. En un crucero donde las buenas razones y la amabilidad pasan a ser una utopía, no se da cuenta y de repente el ¡crash! de un beso por alcance a otro coche lo saca del trance del tiempo para meterlo en el de lo accidental. Del coche afectado se baja una mujer con caminar rápido.
− ¿Qué no sabes manejar? − arremete de una manera sumamente agresiva.
*Desde ahí uno puede notar que es una malcogida, bueno puede ser un simple indicio. Uno no choca por gusto.
−¿Se encuentra bien señorita? − Pepe diciéndolo de manera suave y partiendo por lo principal, el daño al humano.
−Ya se me hizo tarde, ¿qué no ves la hora que es? − sin otro afán que el de darle más dramatismo a la escena, claro, dando a notar que el estado de su físico no se encontraba afectado en lo absoluto.
Después de hora y media, de alegatos con el tránsito, y aseguradoras, salió a relucir el cobre; importe del choque: 4000 pesos y aparte el plus.
*Aquí es donde el malcogimiento sale a relucir.
−Mi cliente, dice tener un dolor en la pierna, lo cual nos lleva a un chequeo médico que sube el montó del siniestro a 5500 pesos. − comenta de manera tranquila el asegurador de la señorita.
− Pero si la señorita en ningún momento dijo tener ningún malestar físico − comenta Pepe, con más asombro de la situación que cuando se dio cuenta que Santa Claus era ficticio.
−Es algo que como aseguradora no podemos negarle a nuestros clientes.

Mientras tanto, la hermoustra señorita empezó a caminar cojeando, ¡que manera de actuar!, si nomás porque no la estaban grabando, todo un perfecto prospecto al Oscar.

El caso es que para concretar este acto sin telón de la vida cotidiana de México en cuestión de conductores y tránsitos, la señorita de manera amable accedió a bajarle el precio a todo, se fue feliz con 4800 pesos. Digo, no es querer joder, tomando en cuenta que con la salud no se juega y que puede quedar coja de por vida. ¿A poco no es demasiado a parte de ser malcogida ser coja?. Lo bueno es que todo estaba partiendo del histrionismo, sino qué joda le hubiera arrimado el buen Pepe.

*Plegaria al Coyote Cojo: ¡visítala! ¿no?...

Así que si andan por la vida, no teman al ladrón, al asesino, mucho menos al vecino. ¡Huyan de las malcogidas, que lo que no les hacen en la cama se los hacen a los demás!

P.d. Para aquellas defensoras de lo más hermoso, "las mujeres son lo mejor del mundo", pero... las que son así, ¡ya no pueden ser llamadas mujeres!

Pic: La villana de villanas, la malcojida por antonomasia Catalina Creel